Hacía varios meses que mis pies no se posaban en la entrada a la mina que el otro día visité. La anterior vez sin embargo fui de día y en eso he de admitir que no me equivoqué.
Dejamos el coche en la carretera que va de La Gandara a Cobijón. Justo donde la vez primera que visité la entrada a la mina lo había dejado. Solo que esta vez el único acompañamiento que teníamos eran los millares de estrellas que llenaban la noche cerrada. Cerramos el coche aunque allí pasa poca gente relativamente. Quiero decir, no es La Castellana...
Atravesamos el gran arco de hormigón que hace muchos años sirviera de puente para el paso de vagonetas que iban y venían de la mina a las escombreras o donde fuera que llegasen. Al cruzar el arco me fijé con gran pena que el hormigón, debido a los años y a la inestabilidad temporal del norte de España, se veía bastante desgastado.
Proseguimos nuestro camino siempre enfocando con las linternas al mismo tanto hacia adelante como hacia atrás pues en realidad aquello es el monte y quien sabe si pese a haber un pueblo medianamente cerca no nos pudiéramos encontrar algún bicho nocturno... bueno yo que se... La historia es que seguíamos caminando. la noche cerrada no nos permitía ver mas allá de diez metros con suerte y además el viento, que era helado como mil cuchillos japoneses, no hacía más que ponernos más y más tensos pues movía las hojas de unos eucaliptos cercanos.
El camino se hace largo pero no deben de ser más de cien o ciento cincuenta metros hasta la verja que indica la entrada a lo que es el preámbulo de la mina. Nuestro pies pisaban mucho barro y agua pues ha estado lloviendo mucho estos días.
Setenta metros más adelante encontramos lo que yo llevaba tiempo deseando ver... la bocamina de Sel del Haya con su imponente verja de hierro... El caminito de diez metros que conduce hasta ella es una especie de túnel creado por los arboles y el frío que en un día caluroso sale de la mina es demencial. Diríase la puerta a otro universo visto desde fuera.
Al observar con cierta curiosidad dentro de la mina con la luz de la linterna pude ver un pequeño desprendimiento de tierra que la ultima vez que estuve no había... sería una lastima perder un notable lugar donde la historia de la minería en Cantabria sobrevive a algunos de los que lo crearon y lo usaron.
Al sentir el micro clima que sale de la abertura de la tierra por aquel lugar me sentí como en casa.... he de reconocerlo. La oscuridad del interior de la cueva no me asusta...
Ya era tiempo de volver al coche, hacía mucho frío y era tarde. Enfilamos de nuevo el camino dejando a la mano derecha un gran agujero en la tierra que si no recuerdo mal unos habitantes de la zona me dijeron que había sido una escombrera.
Cruzamos de nuevo la verja, que tiene un paso a mano izquierda, o derecha según de donde se venga claro, y enfilamos las curvas primero y después la recta que nos llevó de nuevo a pasar bajo el viejo puente y entramos en el coche.
Al regresar por la carretera hacia La Gándara a la mano derecha se pueden observar edificaciones en otro tiempo parte del complejo minero que había en el valle de Udías, Antes de llegar de nuevo a la carretera y retornar a nuestros hogares me fije en una luz que parecía estar en mitad del bosque, la carretera que tomamos nos llevó a encontrar el antiguo paso de la vía por el que pasaban aquellas vagonetas que mencioné antes, ese si, pero varios kilómetros más hacia la civilización. también había restos de un lavadero y un túnel que mirando después en google.maps descubrí que era un paso para llegar a una escombrera a trescientos metros del punto donde me hallaba... tuve tentación de entrar en el túnel pero no lo hice porque estaba inundado y había mucho barro.De ahí volvimos a Santander.
Yo en mi interior me quedé con ganas de más pero en aquella ocasión ir allí y ver lo que vimos cumplió el plan que tenía que era volver a ver otra vez aquella boca al interior del mundo que es Sel del Haya.